viernes, 29 de junio de 2007

LA VERDADERA VOZ





James Brown se murió hace muy poco tiempo, este verano nomás. En Argentina, más allá de haber ocupado un lugar destacado en los medios de comunicación masivos, no fue un gran suceso. Quizás eso se deba a que la parte de la población que tuvo la posibilidad de conocer en SU MOMENTO a Brown ya está grande y con pocas ganas de salir a la calle a llorar por su ídolo, aquellos fueron los afortunados que pudieron comprar prácticamente todos sus discos desde el 60 en adelante, porque muchos de ellos se editaban en vinilo.
La generación que siguió gracias a Pink Floyd y a la música del ochenta olvidó la espontaneidad descontrolada del Padrino del Soul. También es verdad que él no hizo nada demasiado importante que mereciera una pizca de atención. Tiempo después llegaron los 90’s y con ellos el 1 a 1 y ahí si, los discos volvieron a las bateas, los discos y los Box Set, sí esas cosas hermosas que solo sirven para fanáticos y fetichistas (como yo). Simultáneamente mientras uno (vos, yo, cualquiera) podía encontrar lo que le apeteciere: el boom de la cumbia y algunas explosiones más que dejaron al Hombre más Trabajador de la Industria relegado para algunos pocos paleontólogos.
Sí, tenés razón vos que estás leyendo, en esta época tampoco hizo nada demasiado considerable.
Igual, la intención de este texto escueto dedicado este astro no futbolístico no es hacer esta reseña cuasi cronológica de la figura de Brown (No Almirante, por favor) en Argentina, sino destacar algo que quizás haya pasado por alto, incluso en Estados Unidos, país de residencia del finado en cuestión.
James Brown, además del groove indiscutible, todo su carácter de pionero en distintos estilos- hasta en el Rap- y de su violencia incontenible para con algunas mujeres que ¿amó?, James Brown señoras y señores, fue un gran cantante, un gran interprete con un nivel de expresión galáctico, anormal, gigante y sublime. Su voz no termina de apreciarse en temas como Sex Machine o Papa’s Got a Brand New Bag, porque el rol de la misma, en esas canciones, es prácticamente percusivo.
Finalmente, este texto no es más que una excusa para hacer una recomendación de un disco de 1970, que usted, sin necesidad de hurgar en las cuevas más escondidas y oscuras, puede encontrar en su disquería amiga. Estoy hablando de Soul on Top. Un disco que James Brown parece haber grabado para decirle al mundo: “Che, compañeros, no se olviden de que tengo una voz que la rompe”. En realidad, no importa si lo grabó para eso, pero seguramente cuando terminó de masterizarlo y llegó a su casa con la copia para la última escucha lo pensó.
En este material además de hacer algunas de sus grandes canciones, composiciones propias, como It’s a Man’s Man’s Man’s World le hinca el diente- y la gola- a clásicos como For Once in my Life y Every Day I Have The Blues y por dios!, que bien parados que deja a sus compositores. Por si fuera poco, en el disco lo acompaña una orquesta del carajo y todo, absolutamente todo, está producido por él.

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