jueves, 27 de septiembre de 2007

Calexico- Cruel



ENTREVISTA > CALEXICO

La ley de la frontera


La banda yanqui más mexicana será protagonista de otra edición de Nuevos Aires folk. Joey Burns habla sobre la inmigración, el nacimiento del grupo y sus shows en vivo.


--------------------------------------------------------------------------------
Txt Facundo Lozano.


El nombre Calexico es la mezcla entre California y México. Pero acaso eso yano sea importante, porque todo lo que puede insinuar esa denominación aparece cada vez más marcado en su música. Ellos son norteamericanos preocupados por conocer la mayor cantidad de sonidos del mundo. Puede resultar llamativo, pero Joey Burns, el que toca todo menos la percusión, comenta: "No hay tanto misterio: hoy vas a la sección world music de cualquier disquería o buscador y encontrás lo que querés". Como leen, nada de conceptos grandilocuentes, ni pretenciosos. Ni, mucho menos, falsa autenticidad con el desierto como postal.

"Empezamos a coleccionar marimbas, acordeones, violoncelos, cuatros y de ahí a grabar en casa, en muy baja fidelidad. No queríamos ser una banda de rock, tampoco experimental, pero sí de sensibilidades distintas, mezclar free jazz o compositores como Tom Waits o Ennio Morricone", asegura Burns, que junto a la bantocarán el 4 y 5 de octubre en La Trastienda, en el Nuevos Aires Folk, segunda edición.

El año pasado, el mundo de la crítica musical recibió con mucho entusiasmo Garden Ruin (se editó hace unos meses en la Argentina). El disco está muy lejos de lo que venía haciendo la banda, porque tiene un trabajo muy puntual sobre la canción tradicional, con Joey cantando, algo que prácticamente no aparecía en otras grabaciones de Calexico.

-¿Por qué decidieron hacer un disco más de canciones?

-Creo que cuando uno hace música desde hace tanto y saca una serie de discos, es natural que quieras cambiar, experimentar. Como somos una banda que trabaja con un sello independiente, no hay presiones para amoldarnos o repetirnos. Decidimos probar con algo nuevo, hacer un estilo de canción más clásico como el de Dylan, Neil Young o Wilco. También estamos muy influenciados por haber girado con Iron & Wine.

-¿Ninguna influencia más rockera?

-La influencia más fuerte que tengo viene del rock y es la banda punk The Minutemen. Eran y siguen siendo mi banda punk preferida. Ellos lograron combinar muchas influencias diferentes y eso me moldeó. Su compromiso con la música era un desafío, con buenas letras, que unas eran poéticas y otras concisas y cautivantes desde lo político-social.

-Justamente en este disco aparece presente una descripción de como se trata a los inmigrantes en "Roka"...

-Sí, tuvimos la necesidad de escribir sobre eso. La forma en que el miedo dominó a Bush y a mi país después del 11-S es alarmante, muy triste. No estoy de acuerdo con la construcción de un muro militarizado, porque revela una renuncia a la fé en la diplomacia. Además nos pareció importante que el estribillo lo cante Amparo Sánchez (Amparanoia), para que se remarque el mensaje.

Burns tira sentencias y asegura que para conocer lo que hacen hay que escuchar los discos en donde participan, no sólo los que hacen. En relación a las presentaciones en vivo dice: "A la gente le gusta mucho nuestro show en vivo, porque hay muchos instrumentos, mucha dinámica. La cosa se pone muy intensa al final y taciturna al principio. Es como ver una película". Habrá que chequear.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Nestor en Bloque

Una canción genial, pero con un compi de fotos en sincronía con el tema completamente deforme. Disfruten

domingo, 9 de septiembre de 2007

Muchos Cojones, todos juntos.

La Mala Rodríguez- Nanai



Y para que la conozcan más, una nota maravillosa, que salió en Página 12 y escribió una amiga.
LA PUMA RODRÍGUEZ

Por Guadalupe Treibel

La presentación es sugestiva: “No soy Superman, soy la María y hago grande el día”. María es Mala Rodríguez (La Mala) y, con esta leyenda, abre su nuevo disco, Malamarismo. Evidentemente corre con una autoestima saludable que bien le sirvió para que su nombre –y sobrenombre– se fijen en el ambiente del hip hop en castellano. Claro, para un escenario machista y, en ocasiones, purista, no es algo menor. Sobre todo cuando La Mala habla de cosas de mujeres y no resigna recursos: sus canciones incluyen elementos del pop, del flamenco y de otros géneros. “Sin reputación no hay respeto”, canta/rapea la española en la canción Por la noche. Y los códigos del mundillo rapero le dan la razón.
La Mala es morocha, tiene 29 y usa flequillo hasta los ojos. De ahí, nariz y boca, todo en orden –como se acostumbra–. En la garganta nace la voz, el motor de esos versos directos que le hacen frente a cualquier tópico relevante. Aunque, sí, es cierto, el mensaje-todoterreno puede afectar una o dos susceptibilidades. Pero no interesa; sería difícil no hacerlo al hablar del sistema, los inmigrantes, los golpeadores de mujeres, la drogadicción. Siempre habrá quien vea el videoclip de La niña, canción de su disco anterior, Alevosía (2003), y aplauda la decisión de algunos canales del Viejo Continente de prohibirlo. Se sabe: a la gente le choca ver que una nena de siete, ocho años, venda droga en la ficción. En la vida real, en cambio, puede mirar para otro lado.

Ey, que La Mala se la toma en serio, pero desde el humor irónico, fatalmente ácido. Y, ojo, a no confundir, que las rimas no buscan el gag, buscan la crítica social bien dicha, desde adentro. Y, en ese proceso introspectivo, ella reconoce la búsqueda propia, desde las canciones. Así, el modo de operar no es el sermón, sino –más bien– todo lo contrario. “No seas malo, sé travieso”, invita al micrófono la andaluza que también llama a querer. Es que le va mejor desde que dejó de odiar. La bronca se la quitó su niño Kairel, que –con un año y medio– ya anduvo de gira desde la panza.

Ella dice que es abierta, que escucha de todo y que la siguen tribus muy diferentes. Parece que –hace no mucho– descubrió a Jimi Hendrix y su recital de Woodstock le tumbó la cabeza. “Si llego a ver eso antes, no soy rapera”, cuenta como una lección más de las contingencias de la vida. ¿Y por qué ese apodo, entonces? Para ella el nombre es un “grito de guerra” en plena batalla por el respeto de su clica (algo así como pandilla, en chicano). Antes, Mala era para firmar los graffiti de las paredes. Ahora, es una firma del rap español. Pero la designación viene de antes, de cuando la tía la “bautizó” porque no se callaba nada. “No soy esclava de lo políticamente correcto”, explica ella, ni antes ni ahora.

Como polillas rítmicas, las canciones de Mala Rodríguez agitan y chocan. Se las escuchó en películas como Lucía y el sexo, después en sus discos y, a veces, con otros artistas: con Calle 13, por ejemplo, hablan de faltarse el respeto; lo hacen escatológica y sexualmente –y funciona muy bien–. Por ahora, su trilogía de discos –que arrancó en el 2000 con Lujo ibérico– no llegó a ser Santísima Trinidad en Argentina, donde sólo está editado su nuevo trabajo, Malamarismo.

La chica que nació en Cádiz, pero creció en Sevilla y ahora pasa de visita por Argentina (se presenta en 8 de septiembre en el Roxy Club) dice que no practica el arrepentimiento. Desde la adolescencia eligió la música (esta música) y le va bien. De todas formas, no quiere convertirse en un personaje. Mientras frasea en sus canciones, lo aclara: “Yo soy mejor que La Mala”. Las dos son igual de queribles.

lunes, 3 de septiembre de 2007