domingo, 7 de febrero de 2010

“Tengo el mejor oficio del mundo”

“Me cuesta verme como un modernista o pensar que lo que hago es revolucionario en algún sentido que no sea ético. No tengo intención de expandir los limites de la canción, como sí hicieron los modernistas de Virgilio y Homero Expósito, Julio de Caro o Joao Gilberto. Prefiero pensar que me colé en un jardín precioso y que estoy en un rincón intentando hacer crecer alguna florcita”, baja el copete Jano Seitun (letra, música, arreglos, dirección, guitarra, percu, voz y más) al hablar sobre su proyecto Alvy Singer Big Band. Y no miente, porque tampoco duda en asumirse apasionado y enamorado del oficio de cancionero.

La Negación (la canción de clip) pertenece a La Elegancia Vol.2.

Las definiciones sobre lo nuevo y radical vienen a cuenta de que el multiinstrumentista está rodeado de citas que remiten a tiempos lejanos, pero que de ninguna manera son un homenaje a las orquestas de antaño sino que el grupo, que tomó prestado el nombre de pila de Woody Allen en Annie Hall, utiliza desde la actualidad las distintas aristas de la tradición para poder expresarse. “El verdadero desafío está en tratar de laburar con los elementos que a uno lo seducen y armar una salsita propia”, sigue Jano, que comparte con el cineasta americano la pasión por el arte y la obsesión por verbalizar y hacer conscientes los desafíos que se propone.
Ya van tres volúmenes con la gran banda. Todos intentan recuperar el lugar que le corresponde a la canción de amor. Lo perdió en las manos de los compositores mentirosos que gritaron incrédulos el Te Amo a los cuatro vientos en demasiados hits. El reciente, que es El Corazón Fantasma, se hizo “en cancha grande”, parafraseando al frontman más tímido y tierno de la escena de cantautores, porque se grabó con todo el grupo en vivo y cuenta con la participación de Juliana Gattas, María Ezquiaga (Rosal), Pablo Dacal y Tomás Lebrero, entre otros. Sin embargo, Seitun agrega: “Es mi foto del año pasado. Los tiempos editoriales generan que presentes algo que ideaste dos años antes, y encima yo siempre me propuse respetar eso de que hay que dejar que el disco se escuche, después hacer prensa, presentarlo. Llegué a la conclusión de que mi ritmo de producción es otro y que me gusta la idea de la canción como foto de un momento determinado”.
Jano se apropia, para hablar de la creación, del concepto de oficio y lo fundamenta. “La labor de cancionero a mí me vuelve loco. Creo que tengo el mejor oficio del mundo. Fue muy lindo cuando descubrí que uno puede agarrarse de cualquier cosa para componer”, y continúa: “Tiene algo de zapatero. Estás ahí haciendo zapatos todo el tiempo. Algunos te ponen contento, otros no los puede usar nadie. Hacer canciones es como ir a jugar al fútbol, es un ejercicio mental. “Sin desmerecer el oficio, lo que a mí me pasa con las rimas es comparable a la obsesión que veo que le agarra a mi vieja con los sudokus”.
“Lo peor que te puede pasar es sentir que llegaste a algún lugar. Tener comodidad. Nunca quiero estar demasiado cómodo”, comenta el cantante, pero lejos de golpearse el pecho para reafirmar su certeza, se cuestiona, se parodia: “Voy oscilando entre unas pretensiones altísmas y bajísimas a la vez. Por momentos flasheo que quiero ser el bolerista de mi generación y de repente me aferro a la idea de que me escuchen siempre los mismos”.